jueves, 24 de enero de 2008

1ª exploración en Sima Honda (23 y 24 septiembre 1972)

En la foto: Federico Ramirez haciendo la seguridad a Loreto Wallace, que sale de la sima después de su primera exploracion.





Con motivo del descubrimiento de Sima Honda dos semanas antes, se organiza esta salida con el fin de intentar su primera penetración. Los participantes éramos los siguientes:

Federico Ramirez Trillo
Antonio Gil algaba
Antonio Morales
Loreto Wallace
Manolo wallace
Jose Luis Acosta
Rafael Gutierrez Ternero
Andrés Hurtado Alba

El dia 23 por la mañana partieron hacia la sierra Federico y Antonio Gil los cuales llevaban el material pesado: 140 metros de escala, 220 metros de cuerda, 2 tiendas de campaña, 1 bote uniplaza, y 1 tanqueta para el agua. Una vez llegaron al Cortijo de los Quejigales, se encontraron con el guarda señor Vicente el cual ya estaba avisado y les esperaba con una mula para llevar todo el material hasta la boca de la sima. Una vez allí instalaron las tiendas de campaña, y mientras esperaban al resto de los componentes, se dedicaron a patear la zona. Descubrieron varias simas a las que bautizaron como Sima Bambi, Torca del Pirata, Torca Dos... y un pequeño boquete al fondo de una dolina al que dieron el nombre de Sima GESM, sin darle mayor importancia.

El segundo grupo que se reunió en el Repetidor, fueron Antonio Morales, Rafael Ternero y Manolo Wallace, los cuales llegaron en dos motos. Este último, los guió hasta la boca de Sima Honda, ya que era el único de ellos que conocía su emplazamiento. Llegaron a las diez de la noche.

Yo iba con el ultimo grupo que lo formaba con José Luis Acosta y Andrés Hurtado Alba. Llegamos de noche al Repetidor. Subimos hacia el Puerto de los Pilones sin ningún problema, pero a partir de allí, y debido a la oscuridad de la noche, me desorienté de tal manera que cerca de las dos de la madrugada, hartos de bajar y subir barrancos, decidimos dormir y esperar al dia siguiente. Nos resguardamos entre unas piedras del frío intenso, pero no conseguimos pegar ojo en toda la noche. Los sacos de dormir eran papel de fumar, así que nos metimos con los zapatos puestos para calentar algo los pies.

A la mañana siguiente nos dimos cuenta de que estábamos al pié de La Alcazaba. Al menos sabíamos ahora qué dirección tomar. A las ocho de la mañana nos reuníamos con los demás en la boca de Sima Honda.

Sobre las 10 de la mañana –el equipo de punta- en la jerga que se empleaba entonces – estaba preparado para entrar a la cavidad… Lo componíamos Antonio Gil, mi hermano Manolo y yo. Bajó en primer lugar Antonio Gil hasta una rampa donde esperó a que yo bajase y por último lo hizo mi hermano . A continuación nos hicieron llegar un macuto con material para continuar la exploración. Proseguimos el descenso por un pozo de unos 30 metros. La escala bajaba pegada a la pared, lo que hacía más incómodo el descenso. Para hacer pié en la segunda rampa tuvimos que imprimir a la escala un balanceo hacia la izquierda. La rampa tenía tal acumulación de piedras sueltas que continuamente rodaban hacia el abismo produciendo un ruido atronador.

Mi hermano desde la primera rampa nos pasó el material para instalar la bajada del siguiente pozo que se adivinaba de impresionantes características. Clavamos tres clavijas para el anclaje de la escala de 40 metros que nos quedaba.. Antonio empezó el descenso pero al poco se dio cuenta de que el pozo era mucho más profundo y la escala insuficiente para su descenso.

No podíamos continuar. Aparte de la escasez de material, la rampa en que nos encontrábamos estaba llena de piedras sueltas que continuamente caían hacia las profundidades. Con gran desilusión tuvimos que emprender el regreso hacia la superficie. A las trece horas del mediodia salió al exterior el último de nosotros, que fue Antonio Gil.

Regresamos a Málaga con la sensación de que habíamos comenzado la exploración de una gran sima. En cierto modo fue así: Sima Honda resultó tener un único pozo de –137 metros de profundidad, sin posibilidad de continuación.

Pero la sorpresa nos estaba esperando en ese pequeño boquete bautizado como Sima GESM el dia anterior. Pero nosotros aún no lo sabíamos.

martes, 22 de enero de 2008

Descubrimiento de Sima Honda(7,8 y 9 septiembre 1.972)



En realidad la palabra exacta es “localización” ya que la Sima Honda era un rumor que corría desde antiguo en boca de pastores que subían a la Sierra de Las Nieves. Ellos conocían la existencia de esta sima que “no tenía fin”. Nosotros tuvimos conocimiento de ella a raiz de nuestra primera incursión en la sierra un año antes. Desde entonces habiamos intentando dar con ella, pero en nuestra ultima salida acompañados de Pedro Flores, no conseguimos su localización. El habia quedado en hablar con un pastor, conocido del señor Vicente, guarda del Cortijo Los Quejigales para que le indicase su emplazamiento. Como habían pasado cerca de 3 meses de nuestra ultima visita, decidimos que en el puente de la festividad de la Victoria en Málaga, era un buen momento para reintentarlo.

Mi hermano Manolo y yo fuimos los que partimos hacia la sierra. Nos llevó en su coche –un 600 guerrillero- Federico Ramirez Trillo. El no podía quedarse debido a su trabajo, pero quedó en venir a recogernos el dia 9 a las 5 de la tarde al cortijo.

Así que a las 10 de la mañana del dia 7 estábamos en el Repetidor de Radio Ronda , en plena sierra, lugar donde Pedro Flores desempeñaba su trabajo. Nos recibió como siempre con toda amabilidad, y nos dijo que ya había hablado con el pastor y que tenía una idea bastante aproximada de dónde había que buscar la sima.

Esa noche dormimos en la emisora, y al dia siguiente partimos hacia el Puerto de los Pilones, donde esperaríamos a Pedro Flores, ya que él hasta las once no podía abandonar su trabajo. Subimos por la Cañada del Cuerno disfrutando del precioso dia. Pronto llegamos al puerto, lugar donde se halla emplazado un gran pluviómetro para la medida de las lluvias. Esperando a Pedro deambulamos entre las rocas y encontramos un pozo que sondeamos con una piedra. Como la oímos caer algo más de lo que esperábamos, nos animamos bastante, así que decidimos emprender su exploración . Bajó mi hermano Manolo hasta unos 3 metros de profundidad, viéndose detenido por la estrechez de la continuación. Bautizamos la cavidad como Sima del Pluviómetro.

Enseguida llegó Pedro Flores y continuamos en dirección al Torrecilla por entre árboles quejigos que en esta época estaban florecidos. Seguimos por un paisaje de suaves subidas y bajadas, atravesando una gran dolina y dirigiéndonos hacia el llamado Cerro Mateo. Enfrente nuestra divisábamos la cumbre de la Torrecilla, punto más alto de la provincia de Málaga. Empezamos el descenso del Cerro Mateo hacia la zona de los Hoyos del Pilar. ¡ Por algún lugar de nuestro alrededor tenía que encontrarse Sima Honda!. Así que los tres nos dispusimos a separarnos para batir el terreno. Pero entonces, divisamos un poquito en alto una disposición de los estratos calizos y una sombra que hizo que corriéramos hacia ese lugar. ¡No queriamos creerlo! ¡allí estaba Sima Honda! Su amplia boca se abría a 1.670 m.s.n.m. y los datos que tomamos fueron: temperatura exterior de 15,5 º, humedad del 90 por ciento. Eran las 13,30 horas del mediodía. Sólo teníamos una idea en la cabeza: comunicar la noticia para emprender la bajada de aquella sima que , a juzgar por su aspecto, parecía prometernos grandes horas de exploración. Bordeamos la boca de la sima por una estrecha cornisa que hay a su izquierda. Por ella pasas a un resalte desde donde puedes ver mejor la vertical de la sima.

Para nosotros, en aquellos años, aquel pozo nos parecía inmenso. Echamos unas piedras y algunas quedaban detenidas en una primera rampa, pero las que conseguimos que continuaran su bajada nos devolvían un ruído atronador... Comprendimos a Norbert Casteret : era la llamada de las profundidades.


Nota: En la foto, mi hermano Manolo y yo, delante de la sima, 35 años después.

lunes, 14 de enero de 2008

El Señor Vicente (Cortijo de los Quejigales)


Enjuto, parco de palabras, con un eterno pitillo de liar en la comisura de la boca, un sombrero de fieltro de ala corta que no se quitaba ni aún en el interior de la casa y con sus ojos semi-ciegos debido a una rija padecida... pero bien abiertos los ojos del interior a los que nada se escapaba... así era el señor Vicente, tal y como le conocí allá por el año 1.972 cuando buscábamos Sima Honda.
Vivía en la soledad de la Sierra de las Nieves, en el Cortijo de los Quejigales del que era su guarda. Siempre que llegábamos cargados de escalas y cuerdas para nuestras exploraciones en lo alto de la sierra, salía a recibirnos con su vieja chaqueta raída bailando en sus huesudos hombros, y a pesar de ello desprendiendo tal señorío como sólo algunas personas tienen a pesar de la más humilde indumentaria. Nunca supe cual era su pasado, si tenía familia ó la había tenido. Pero siempre me dio la sensación de que donde mejor se hallaba era en aquellas soledades, rodeado de pinsapos y sin echar de menos nada. En ese tiempo su contacto más próximo era Pedro Flores, guarda en la vecina estación del Repetidor de Radio Ronda, y también conocido nuestro.
El camino que en fuerte pendiente llevaba hasta el cortijo, se iniciaba en el kilómetro 13 de la antigua carretera de San Pedro a Ronda. Durante varios kilómetros nuestros coches sufrían en un camino infernal en el que teníamos que bajarnos con frecuencia para apartar la piedras ó rellenar de tierra algún vado especialmente “duro”. Y al final, siempre nos encontrábamos al señor Vicente esperándonos en la puerta para darnos la bienvenida.
El contacto que tuve con el señor Vicente no fué demasiado largo y siempre en relación con las exploraciones de Sima Honda –primero- y Sima GESM en los años sucesivos. Sin embargo guardo un vívido recuerdo de él y quiero traer aquí un encuentro muy especial que tuvimos una noche de finales de un verano.

Fue en setiembre de 1.976. Yo estaba embarazada de mi segunda hija -Mariluz- que nació el mes siguiente de Octubre. Por ello no había subido a la sierra para la Campaña de Sima GESM de dicho año. Así que tuve que quedarme en mi casa siguiendo los partes por la radio de cómo iban las cosas en lo alto de la sierra. Este comunicado se transmitía diariamente y procedía de la torre de vigilancia de incendios de Porrejón que era la única que se mantenía en contacto con los espeleólogos a través del sistema usado por los radioaficionados. Eran tiempos en que cuando subías a la sierra para 15 dias te encontrabas totalmente aislado de lo que entendemos por "civilización".

En esa campaña hubo una intoxicación colectiva de los espeleólogos. Las causas aún no están muy claras, y al problema físico se unió otro de orden síquico que hizo que el incidente alcanzase proporciones alarmantes. Hubo que pedir ayuda a través de la radio y la Cruz Roja subió a la sierra para atender a los intoxicados y evacuarlos. Todo esto lo escuchaba yo a través de los partes de la radio unida a explicaciones como “espeleólogos perdidos en el interior de una gran sima..”etc. total que yo necesitaba saber qué estaba pasando exactamente allá arriba.

Así que metí en un pequeño macuto lo más imprescindible, me puse ropa cómoda, mis botas de montaña y con mi gran barriga me instalé en el autobús de Portillo que subía a Ronda por la antigua, llena de curvas y estrecha carretera de San Pedro. Al llegar al km.13 le dije al conductor que me bajaba. “¿Aquí?. -decía el hombre- y no dejaba de mirarme primero y después al paisaje exterior... Yo haciendo como si fuera la cosa más natural del mundo, me bajé y empecé a caminar por el camino .Como no escuchaba al autobús arrancar, volví la cabeza y...!todo el mundo se asomaba por las ventanillas, conductor incluido, para observarme! Aligeré el paso, no fueran a venir detrás mía, y con alivio escuché cómo el autobús se ponía en marcha y desaparecía en la curva.

Tranquilamente fui subiendo hacia Los Quejigales donde llegué ya anochecido. ¿Creeis que se extrañó el señor Vicente al verme? Si fue así, no dijo una sola palabra. Me invitó a entrar y compartir con él, pan, queso, algo de morcilla y un vinillo que tenía en una botella sin marca en la estantería sobre la chimenea. ¡Y qué chimenea ¡ Acogedora, siempre ardiendo unos troncos que él recolocaba con ayuda de otro más fino. Hoy día el Cortijo de los Quejigales ha cambiado mucho. Por fuera se le ha hecho una buena reforma, pero por dentro ha desaparecido el calor de aquella estancia con el suelo de piedras y las paredes tapizadas a media altura por una fila de troncos. Aún me parece estar sentada aquella noche al lado de él, en ese silencio cómodo que tienen dos personas que saben que no hace falta rellenarlo con vanas palabras.

Me preparó un jergoncillo en la misma sala y él se fue a dormir a su habitación. A las cinco de la mañana –como habíamos convenido- se levantó para despertarme porque yo quería subir a sima GESM antes de que apretase el calor. Me ayudó a ponerme el macuto en la espalda y se quedó en la puerta haciendo ese gesto suyo en que apenas levantaba la mano para decir adiós. Nada más. Ni un consejo, ni una advertencia. El sabía que no hacía falta.
.

En resumen, esta nota ha sido para rendir un pequeño homenaje a la figura del Señor Vicente, a quien muchos de nosotros conocimos y que indudablemente está unido para siempre a la historia de Sima GESM.
Nota: la foto del señor Vicente fué realizada por J.A. Berrocal en 1.977