domingo, 5 de julio de 2009

Wit-tandoum 1.980 :Las carbureras y otros problemas


Esto fue en 1.980 en nuestra salida a explorar la Cueva de Wit-tandoum. El año anterior había ido nuestro grupo, comprobando la importancia de esta cueva que sería durante años la de mayor recorrido de Marruecos. Aprovechando la Semana Santa hicimos una salida conjunta con el E.R.E. de Cataluña, con los que ya habiamos explorado la Sima GESM. (Por ello, el sifón terminal lleva el nombre de Lago E.R.E., ya que uno de los que llegó a él en primera exploración, pertenecía a este grupo catalán.




El grupo de participantes fue reducido: cinco espeleólogos. Dos del GESM (J.A. Berrocal y yo) y tres del E.RE.. (Olaguer Escolá i Boada, Martí Romero i Rectoret y un tercero cuyo nombre creo era Toni.




Una vez llegados a Ceuta, cambiamos el dinero a la manera de entonces: te sentabas en un bar y al ratito aparecía un marroquí que te ofrecía los dirhams a muy bien cambio. Se regateaba un rato (esta vez a la alza) y al final se llegaba a un acuerdo. Con los billetes en la mano te dirigías a la frontera. Te ponías en una larga cola para pasarla, y después de mil peripecias entre las que incluía que se te acercaba de nuevo otro marroquí y se ofrecía a “colarte”. Entonces tú le dabas tu documentación, él se iba hacia el funcionario y ¡voilà! problema resuelto previo pago de unos dirhams.


Llevábamos un coche alquilado. Bajamos sin detenernos hasta Agadir donde teníamos un contacto: un espeleólogo de un club de allí que se llamaba José Luis. Era de familia francesa afincada en Marruecos. Este país recuperó su independencia en 1.956, ya que antes había sido un protectorado francés. Después de charlar con él y aclarar algunas dudas sobre la cavidad, nos indicó a un muchacho marroquí del pueblo más cercano a la cavidad, -Tizgui N´chorfa- que sería el encargado de traernos alimentos frescos todos los dias.



Así pues seguimos hacia este pueblo donde contactamos con este hombre. La zona donde nos hallábamos era ya en la cadena montañosa del Atlas. Kilómetros y kilómetros de pistas llevaban hasta la entrada de la cavidad. Pero más que pistas eran caminos de piedras, con diferentes cruces de arroyos, donde pinchamos varias ruedas. En los repechos había que bajarse a empujar el coche para poder seguir la aproximación. Pero merecía la pena. La belleza del país sobrecoge. En otra foto se puede apreciar la cascada que surge de la boca de Wit-tandoum.
En 1.928 ingenieros franceses habían realizado un estanque a la entrada de la cueva y un canal que recoge las aguas de la surgencia, y que abastece de agua al pueblo de Tizgui.





En 1.954 se comenzaron las exploraciones en esta cavidad a cargo de espeleólogos franceses, y se topografiaron unos 4 kilómetros de galerías. En el año que nosotros fuimos ya se habían alcanzado los 6 kilómetros de recorrido. Por parte del E.R.E., el biólogo Olaguer Escolà venía con la idea de hacer un muestreo de la entomofauna, que se presentía rica debido a las condiciones de esta cueva.
Una vez instalado el campamento, nos preparamos para entrar en Wit-tandoum. Entre las anécdotas, cabe señalar la personalidad de Olaguer, que cumplía con todos los requisitos de estos “sabios”: despistado, más preocupado por sus bichitos que por él mismo, se podía pasar el dia encorvado sobre las aguas buscando troglobios sin acordarse de comer ni de la hora que era. Muy emocionado, un día nos comentó que había recolectado un curioso ejemplar del cual sólo se había encontrado hasta la fecha otro. Por lo que se había “duplicado” la población.
La contribución a la bioespeleología por parte de Olaguer ha sido muy importante. En 1.983 descubre y estudia junto a Cancio una nueva especie de coleóptero cavernícola, el “Aphaenops catalonicus Escolà et Cancio”.Este bichito fue localizado en la Cueva de les Toscloses, en Huesca. Publicaron su trabajo en la Revista Speleon pp. 26-27 año 1.983.


Os pongo una foto de Olaguer, en plena búsqueda en las galerias de Wit-tandoum. El ha sido Conservador del Museo de Ciencias de Barcelona, y he sabido que este año ha sido el de su jubilación.


Y ahora a lo que iba: ¿qué pasó relacionado con las carbureras? Pues que tuvimos un accidente bastante grave que interrumpió nuestra exploración. En estas cavidades tan extensas hay que llevar bastante carburo de repuesto. Nosotros usábamos unas tanquetas de plástico duro, donde metíamos las piedras. Una de éstas no fue cerrada hermeticamente y no nos dimos cuenta. Las galerias de la cueva con casi todas el curso del rio subterráneo que aflora por su boca, las aguas son tranquilas y de poca profundidad en muchas zonas. Por lo que gran parte no utilizas el bote, sino que se vá andando con el agua a media pierna. Un poco de agua fue entrando por la boca de la mal cerrada tanqueta. En una parada de la exploración, se fué a rellenar los carbureros. El que creo se llamaba Toni, se inclinó sobre ella para abrirla, con la llama de su carburero bien encendidad y… ¡boom! La deflagración y el ruido de la exploxión se escuchó a lo largo de la galería. Ya podeis imaginar lo que sucedió. Toda la cara achicharrada.


Como es lógico la exploración terminó allí. Mientras Martí Romero llevaba a su compañero al hospital de Agadir, a través de más de 30 kilómetros de pista infernal, el resto nos quedamos desmontando el campamento.
Al día siguiente bajamos al pueblo de Tizgui N´chorfa donde el muchacho que nos había estado subiendo alimentos frescos, nos había invitado a un té en su casa como despedida. Allí tuvimos la oportunidad de tomar este té al más puro estilo árabe: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y la ultima taza suave como la muerte. Excuso es decir que a mí me sirvieron la última por eso de ser mujer. Se acompañaba de pan ázimo con dos tipos de miel. Una más líquida y otra muy espesa. Las moscas revoloteaban a nuestro alrededor que daba gusto. Pero nootros no les hacíamos ningún caso: había que seguir el ejemplo de nuestros anfitriones.
En Agadir recogimos a Marti y a Toni que había sido atendido en el hospital. Tenía un tratamiento que consistía en ponerse un liquido por toda la cara todos los dias. Al principio sólo se le notaba la piel como algo encendida, pero luego empezó a secársele y toda adquirió un tinte negro a modo de máscara, al mismo tiempo que se encogía. Era algo extraño, y la gente le miraba con disimulo. No parecía una quemadura. Al cabo de unos quince días, supimos que toda la piel se desprendió y quedó la suya igual que antes. Así que al final la curación fue total.
Durante nuestra estancia en Marruecos, sufrimos una inifinidad de controles por parte de la policía en las carreteras. Hasta tal punto, que de tanto sacar los pasaportes, a Olaguer se le extravió el suyo y al llegar a Ceuta tuvo que quedarse en esa ciudad hasta que le hicieron uno nuevo. Nosotros, como teníamos que volver al trabajo, regresamos a España.




Para entretenerse, nos comentó Olaguer más tarde, que se dedicó a buscar insectos en el parque, pero tuvo que dejar de hacerlo al comprobar que la gente empezaba a mirarle de una manera extraña: resultaba sospechoso ver a un sujeto tan largo como él, tirado por los suelos, mirando cosas invisibles para la mayoría. Como no quería terminar en el cuartelillo lo dejó.


Entre los mas bellos recuerdos, una noche al regreso paramos a dormir en un bosque. Inesperadamente todo se iluminó: miles de luciérnagas volaban entre las ramas dando un aspecto mágico al lugar. Excuso es decir que Olaguer se levantó, se olvidó de la cena y salió como loco a intentar capturar una. Estos bichólogos no tienen arreglo.!
Y así fue esta salida a Wit-tandoum en el ya lejano 1.980.

Después de esto nuestro grupo ha ido inmumerables veces, siendo nuestro compañero Angel Muñoz Marin el gran conocedor de la cavidad. Esperamos que algún día presente los resultados de sus campañas de exploración en ella.


Fotografias: J.A. Berrocal