martes, 17 de marzo de 2015

LA CUEVA DEL TORO: UN BASURERO SUBTERRANEO


Grupo participante.

¿Qué les pasa a los “visitantes de cavidades”? Parece que confunden cavidad = sitio donde desprenderse de su basura.
El pasado domingo, nos fuimos Paco Crespo, Cristina Perez, Carmen Crespo, Paula Casado, Heidi Angel y Loreto Wallace, del Club Ges de la Sem,  a esta cavidad, con la idea de ensayar un nuevo método de topografía a base de Tablet y teléfono mobil, mediante el programa Topodroip.

Elegimos una cavidad pequeña, cerca de Málaga: La Cueva del Toro, situada en la Sierra Llana, por encima de Torremolinos. A ella se accede siguiendo un sendero que parte del area recreativa de Los Manantiales. 
Camino de la cueva.

Esta cavidad era muy conocida de los espeleólogos malagueños en los años setenta, siendo muy utilizada como lugar de escuela por los principiantes debido a su facilidad de acceso y de exploración. Yo la visité en esos años y recuerdo una pequeña cueva, con muy pocas formaciones, pero muchos murciélagos y sin huellas del paso de los humanos. ¡Nada más lejos de lo que nos íbamos a encontrar!
Con un día primaveral, de los que son frecuentes en estas fechas, partimos hacia los Manantiales, donde pudimos comprobar cómo numerosas familias habían tenido la idea de ir a pasar el día entre los pinos haciendo barbacoas.
Sin embargo, nuestra finalidad era muy diferente: meternos bajo tierra y dejar el sol primaveral en la superficie. A veces, la tentación en estos días de pasear por las olorosas sierras es demasiado grande! En el corto camino que nos lleva a la cueva, tenemos la ocasión de disfrutar del olor del tomillo, del romero, de la lavanda… todo un lujo que la Naturaleza nos regala.
La entrada a la cueva está cerrada con una gran reja, pero ya han roto parte del cemento que la ancla, dejando un boquete suficiente para que una persona pueda colarse por él.
Este sistema de proteger las cavidades no es mala idea, el problema es que no se suelen cerrar intentando conservar el entorno, y normalmente suelen ser una incongruencia en medio del paisaje. Las diferentes fotos, de antes y ahora, es suficiente para comprobarlo.
Entrada a la cueva a finales de los años sesenta.

Entrada actual a la cavidad.

La sala de entrada nos recibe con un gran estercolero: botellas de cristal rotas, latas de bebidas, pilas, mecheros, linternas, trozos de cordeles, papel de aluminio, plástico, restos de carcasas de pasta de finalidad ignorada… en fin, la suma sería infinita.
Esa basura nos acompañará a lo largo de toda la cavidad, por el tubo a presión, muy estrecho, que desemboca sobre la cabecera del pozo, y por el que descendemos con el peligro de cortarnos con los restos de cristales, o de coger el tifus exantemático por lo menos….
Sin palabras.

Pero el “contenedor principal” lo vamos a encontrar al fondo del pozo! Yo creo, que los 15 metros de desnivel ya no lo son. ¡ La acumulación allí de basura está haciendo que disminuya su profundidad!
La Ecología es una palabra que está hoy en boca de todos:  Cuidemos nuestros bosques, cuidemos nuestras ciudades, nuestras montañas… Sin embargo echo en falta un “Cuidemos nuestras cuevas”. Este mundo ignorado por la mayoría, que últimamente está siendo finalidad de muchas personas de ir a pasar un rato excitante, está siendo el gran perdedor. 
Otro de los numerosos rincones llenos de basuras.
Entrada a la cavidad.
Bajando al pozo final. Una gruesa maroma podemos observar. 
Gruesa soga con nudos utilizada para bajar el pozo.
Pocas formaciones quedan en esta cueva arrasada.
Preciosa foto con las niñas que nos acompañaban.

Nosotros, los espeleólogos, que amamos y protegemos nuestras cavidades, que empleamos una gran parte de nuestro tiempo libre en estudiarlas y explorarlas, estamos asistiendo a la destrucción inexorable de gran número de ellas.
Cuando muere una cavidad, muere también una parte de nuestro patrimonio natural, al que le debemos el poder estar vivos en nuestro planeta. 
Hace unas semanas estuvimos en la cercana Cueva de la Higuera y sacamos de allí 12 sacas grandes de basura. En esta cueva por lo menos harán falta 40 sacas para dejarla como siempre debió de estar.
Su leyenda:
A unos cincuenta metros de la entrada, se encuentra una sala de medianas dimensiones en cuyo extremo existe una gran colada estalagmitica cuyo frontal se asemeja a la figura de un toro siempre que hagamos un esfuerzo de imaginación.   Pues bien, sobre esta cueva existe la leyenda que de ella parte un pasadizo que conduce hasta el mar y por el que un grupo de moriscos rebeldes logró huir a través de él, para tomar una embarcación que les esperaba en la playa y asi huir a su país.
En la huida no pudieron llevarse con ellos el fabuloso tesoro que poseían por lo que debieron esconderlo en la propia cueva con la intención de recuperarlo posteriormente. Así reza el dicho popular: “Detrás del toro está el tesoro”.
La nota simpática de esta salida fue que Carmen Crespo encontró una moneda de dos euros bajando el pozo de entrada!  Sería parte del tesoro?...

Carmen y Paula con el "tesoro" encontrado.
Playa de Los Alamos, Torremolinos.
Para quitarnos el mal sabor de boca, terminamos el dia en la playa, disfrutando del sol y las niñas haciendo un castillo de arena. 
Plano de la cueva del Club Mainake