lunes, 14 de enero de 2008

El Señor Vicente (Cortijo de los Quejigales)


Enjuto, parco de palabras, con un eterno pitillo de liar en la comisura de la boca, un sombrero de fieltro de ala corta que no se quitaba ni aún en el interior de la casa y con sus ojos semi-ciegos debido a una rija padecida... pero bien abiertos los ojos del interior a los que nada se escapaba... así era el señor Vicente, tal y como le conocí allá por el año 1.972 cuando buscábamos Sima Honda.
Vivía en la soledad de la Sierra de las Nieves, en el Cortijo de los Quejigales del que era su guarda. Siempre que llegábamos cargados de escalas y cuerdas para nuestras exploraciones en lo alto de la sierra, salía a recibirnos con su vieja chaqueta raída bailando en sus huesudos hombros, y a pesar de ello desprendiendo tal señorío como sólo algunas personas tienen a pesar de la más humilde indumentaria. Nunca supe cual era su pasado, si tenía familia ó la había tenido. Pero siempre me dio la sensación de que donde mejor se hallaba era en aquellas soledades, rodeado de pinsapos y sin echar de menos nada. En ese tiempo su contacto más próximo era Pedro Flores, guarda en la vecina estación del Repetidor de Radio Ronda, y también conocido nuestro.
El camino que en fuerte pendiente llevaba hasta el cortijo, se iniciaba en el kilómetro 13 de la antigua carretera de San Pedro a Ronda. Durante varios kilómetros nuestros coches sufrían en un camino infernal en el que teníamos que bajarnos con frecuencia para apartar la piedras ó rellenar de tierra algún vado especialmente “duro”. Y al final, siempre nos encontrábamos al señor Vicente esperándonos en la puerta para darnos la bienvenida.
El contacto que tuve con el señor Vicente no fué demasiado largo y siempre en relación con las exploraciones de Sima Honda –primero- y Sima GESM en los años sucesivos. Sin embargo guardo un vívido recuerdo de él y quiero traer aquí un encuentro muy especial que tuvimos una noche de finales de un verano.

Fue en setiembre de 1.976. Yo estaba embarazada de mi segunda hija -Mariluz- que nació el mes siguiente de Octubre. Por ello no había subido a la sierra para la Campaña de Sima GESM de dicho año. Así que tuve que quedarme en mi casa siguiendo los partes por la radio de cómo iban las cosas en lo alto de la sierra. Este comunicado se transmitía diariamente y procedía de la torre de vigilancia de incendios de Porrejón que era la única que se mantenía en contacto con los espeleólogos a través del sistema usado por los radioaficionados. Eran tiempos en que cuando subías a la sierra para 15 dias te encontrabas totalmente aislado de lo que entendemos por "civilización".

En esa campaña hubo una intoxicación colectiva de los espeleólogos. Las causas aún no están muy claras, y al problema físico se unió otro de orden síquico que hizo que el incidente alcanzase proporciones alarmantes. Hubo que pedir ayuda a través de la radio y la Cruz Roja subió a la sierra para atender a los intoxicados y evacuarlos. Todo esto lo escuchaba yo a través de los partes de la radio unida a explicaciones como “espeleólogos perdidos en el interior de una gran sima..”etc. total que yo necesitaba saber qué estaba pasando exactamente allá arriba.

Así que metí en un pequeño macuto lo más imprescindible, me puse ropa cómoda, mis botas de montaña y con mi gran barriga me instalé en el autobús de Portillo que subía a Ronda por la antigua, llena de curvas y estrecha carretera de San Pedro. Al llegar al km.13 le dije al conductor que me bajaba. “¿Aquí?. -decía el hombre- y no dejaba de mirarme primero y después al paisaje exterior... Yo haciendo como si fuera la cosa más natural del mundo, me bajé y empecé a caminar por el camino .Como no escuchaba al autobús arrancar, volví la cabeza y...!todo el mundo se asomaba por las ventanillas, conductor incluido, para observarme! Aligeré el paso, no fueran a venir detrás mía, y con alivio escuché cómo el autobús se ponía en marcha y desaparecía en la curva.

Tranquilamente fui subiendo hacia Los Quejigales donde llegué ya anochecido. ¿Creeis que se extrañó el señor Vicente al verme? Si fue así, no dijo una sola palabra. Me invitó a entrar y compartir con él, pan, queso, algo de morcilla y un vinillo que tenía en una botella sin marca en la estantería sobre la chimenea. ¡Y qué chimenea ¡ Acogedora, siempre ardiendo unos troncos que él recolocaba con ayuda de otro más fino. Hoy día el Cortijo de los Quejigales ha cambiado mucho. Por fuera se le ha hecho una buena reforma, pero por dentro ha desaparecido el calor de aquella estancia con el suelo de piedras y las paredes tapizadas a media altura por una fila de troncos. Aún me parece estar sentada aquella noche al lado de él, en ese silencio cómodo que tienen dos personas que saben que no hace falta rellenarlo con vanas palabras.

Me preparó un jergoncillo en la misma sala y él se fue a dormir a su habitación. A las cinco de la mañana –como habíamos convenido- se levantó para despertarme porque yo quería subir a sima GESM antes de que apretase el calor. Me ayudó a ponerme el macuto en la espalda y se quedó en la puerta haciendo ese gesto suyo en que apenas levantaba la mano para decir adiós. Nada más. Ni un consejo, ni una advertencia. El sabía que no hacía falta.
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En resumen, esta nota ha sido para rendir un pequeño homenaje a la figura del Señor Vicente, a quien muchos de nosotros conocimos y que indudablemente está unido para siempre a la historia de Sima GESM.
Nota: la foto del señor Vicente fué realizada por J.A. Berrocal en 1.977

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué historia tan emotiva y también emocionante. La verdad es que la escena del autobús es de película. Un abrazo, Pili

J.A Berrocal dijo...

Dice un poeta que somos el tiempo que nos queda, pero tú estas haciendo que seamos el tiempo que vivimos. No siento la mínima nostalgia por el tiempo pasado pero me emociona que saques a la luz estos recuerdos.
¡Chica, tu vales mucho!

Unknown dijo...

Loreno, desde aqui mi agradecimiento por este merecido homenaje a un hombre que siempre fue amabilidad, Vicente. Recuerdo ese encuentro al que haces referencia, pues estaba allí, fui la primera persona que sintió el malestar, encontrándome en la cabecera del pozo 120, despues el Bicho y compañía siguieron con problemas. Aquella expedición fue una conjunta con todos los grupos malagueños, y la verdad, no había muy buena sintonía.
Aprovecho para recordar, un botecito de carrete fotográfico que me encontré en la base del poso de 60 en campana, en el que había una notita que decia " a Loreto, mi mujer por saberme querer y comprender", logicamente su autor era el buen amigo Berrocal.
y de nuevo gracias por acordarte de esta gran persona, VICENTE EL DE LOS QUEJIGALES.

Saludos

Pepe Sánchez

Unknown dijo...

Disculpas por dos errores en mi anterios nota, Loreno en ves de Loreto y Poso en vez pozo.

Saludos

Anónimo dijo...

Por favor, qué historia tan emocionante. Y no sólo por la imagen de esa persona tan entrañable como es el Sr Vicente, que tal como los describes debió de ser un SEÑOR, con todas sus letras; sino también por la MUJER que escribe el artículo, que en su modestia no quiere resaltar su hazaña. Pero las que hemos llevado "eso" puesto (llámese bombo o barrigón) sabemos lo que cuesta tirar de él, y más con calor y cuesta arriba, y además dormir con el alien en un jergón apañao por el Sr Vicente. Me ha encantado la historia, pero la de los dos personajes que aparecen. Por favor, termina el relato de tus vicisitudes, que estoy en ascuas. ¿Qué fue de ti, cuándo llegaste arriba, qué cara puso el personal cuando te vio aparecer con la barriga por delante, te quedaste mucho tiempo arriba, tu marido estaba bien,...? En fin, cuéntanos algo más.
Un beso y enhorabuena por tu labor, antes, ahora y en el futuro. Olvi.

Anónimo dijo...

Tuvo que ser toda una odisea emprender en tu "estado" y en esa época aquella aventura por la búsqueda de tus compañeros, la inquietud, el desasosiego de no saber y verte fuera del meollo empuja a realizar pequeñas hazañas que para muchos pasarían desapercibidas. Esto sólo se entiende desde la perspectiva del profundo amor y respeto por tus compañeros y la actividad. Si durante ese momento además se cruzan en nuestras vidas personas como Vicente surge la magia y la certeza de que estás viviendo algo único donde sobran las palabras...

precioso tu relato

Anónimo dijo...

Los silencios son a veces tan sonoros que rellenan el aire que se comparte. Gracias Loreto por mostrarnos una historia tan bella.

repupaf dijo...

Hola,Loreto, soy Andrés Pedroche. Tuve la suerte de conocer al Sr. Vicente en varias de mis visitas a vuestras exploraciones de sima GESM, a las que iva para aprender y ayudar en lo posible y sobre este buen señor solo tengo que decir que a veces la mejor manera de expresar una gran admiración es...el silencio.
Recuerdo de aquella expedición "intoxicada", que fue mi primera "Expedición" a la ya famosa sima GESM y preparé mi seat-600 con ¡tres! ruedas de repuesto y todo mi entusiasmo y acompañado de mi querido amigo Resti (Desaparecido en accidente de coche), me lancé a encontrar en campamento que sabía se encontraba en la boca... y nada más.
No tenía ni la más remota idea de por donde se cojía para el repetidor de radio y siguiendo unas indicaciones, me metí en el camino y empecé a dar vueltas por aquellos carriles, hasta que cojí un arroyo pedregoso y seco, por el que ivamos muy moscas por tirar hacia abajo y nosotros taníamos que subir, encontrandome de frente una ambulamcia (Un simca 1200 ranchera) que me paró y me contó un poco lo que pasaba, indicandome, más o menos por donde seguir, pues ellos se quedaban allí esperando a más ambulancias.
Bastante asustado, me lié a dar vueltas y revueltas, cada vez más perdído, teniendo que volverme y enterarme por la radio desde Ronda, del desenlace de aquel suceso que no pasó mas que del susto.
Un abrazo, A. Pedroche.