De izqda a derecha: J.L. Bellido, Loreto, MariPaz y Antonio Morales "nono"
En Parador de El Torcal, mientras el equipo de exploración se hallaba en Sima Azul.
El GES de Málaga estuvo por primera vez en esta sima en 1.972. Fue durante los días 29, 30 de Abril y 1 de Mayo de ese año cuando un grupo de nueve espeleólogos subimos al Torcal e instalamos nuestras tiendas de tela naranja muy cerca del cerrado Parador de Turismo. Hasta el verano no abría. Durante el resto del año el Torcal dormía un sueño solitario del que sólo despertaba en las escasas ocasiones en que subíamos de exploración.
Llegamos a Antequera en autobús. Allí alquilamos una furgoneta para subir el material. Mi hermano subió en su vieja moto, yo lo hice en el único coche, el de Andrés, que iba acompañado por su mujer Mari Paz, aunque ella no hacía espeleo. El resto, supongo que subió a pié.
La primera noche fue accidentada. El tiempo era horroroso: llovía y una espesa niebla cubría todo el Torcal. Hacía mucho frío. Nos metimos en las tienda y ¡a mitad de la noche un rebaño de vacas se nos echó encima! . Como nos iban a pisotear las tiendas, ideamos una estratagema: con las latas vacías de la cena, las llenamos de carburo y le prendimos fuego. Se colocaron en las esquinas del campamento y ¡problema solucionado!. Las vacas, las pobres, deben estar aún corriendo…
Durante toda la noche llovió con fuerza. El agua entró dentro de las tiendas, y a la mañana siguiente la achicamos con las latas vacías. No se dirá que no reciclabámos…Fueron latas multi-usos.
Nos preparamos para la exploración y topografía de la Sima de la Mujer. Unos años antes ya había estado en ella el GEMA, pero nosotros no sabíamos su profundidad exacta y, desde luego, la topografía no estaba hecha. Bajamos Juan Luis Bellido, mi hermano Manolo y yo, e hicimos el trabajo sin ningún problema. Quiero recordar que la profundidad total es de unos 83 metros y la bajamos y subimos con la escala, que era el método utilizado.
La siguiente sima a la que nos dirigimos fue a la cercana Sima Azul. Y aquí fue donde empezaron a suceder las cosas. Resulta que en esta salida venía por primera vez un muchacho llamado Cornax (no recuerdo su nombre). El equipo lo formábamos Juan Luis Bellido, Rafael Ternero y yo. Cornax se ofreció a quedarse en la boca de la sima para enlace con el campamento y hacer la seguridad. Y así lo hicimos: bajamos los tres, realizamos un croquis de la sima y regresamos al pie del pozo de entrada. Serían las nueve de la noche. A las voces nuestras llamando a Cornax, éste nos contestó incoherencias. Nos decía que había cambiado el anclaje de la escala y que no sabía si estaba bien. Al menos eso fue lo que le entendimos.
Para abreviar: como no estábamos seguros de la instalación, no quisimos subir. Así que le gritamos que fuera en busca de Federico Ramirez. ¡Enseguida vuelvo! Eso dijo, pero fué la antesala de toda una noche esperando allá abajo, al pié del pozo, tiritando de frío con nuestros monos de tela y quemando los papeles de los croquis para calentarnos. Claro, no lo conseguimos… Cornax mientras tanto deambulaba entre la niebla, completamente extraviado, sin conseguir encontrar el Parador.
El resto de nuestros compañeros se encontraba a resguardo del mal tiempo dentro del vacío Parador (nos habían dado permiso para utilizarlo). Cenaron y se pusieron finos con las botellas dejadas en el bar. Claro, de nosotros, ni se acordaron.
Llegamos a Antequera en autobús. Allí alquilamos una furgoneta para subir el material. Mi hermano subió en su vieja moto, yo lo hice en el único coche, el de Andrés, que iba acompañado por su mujer Mari Paz, aunque ella no hacía espeleo. El resto, supongo que subió a pié.
La primera noche fue accidentada. El tiempo era horroroso: llovía y una espesa niebla cubría todo el Torcal. Hacía mucho frío. Nos metimos en las tienda y ¡a mitad de la noche un rebaño de vacas se nos echó encima! . Como nos iban a pisotear las tiendas, ideamos una estratagema: con las latas vacías de la cena, las llenamos de carburo y le prendimos fuego. Se colocaron en las esquinas del campamento y ¡problema solucionado!. Las vacas, las pobres, deben estar aún corriendo…
Durante toda la noche llovió con fuerza. El agua entró dentro de las tiendas, y a la mañana siguiente la achicamos con las latas vacías. No se dirá que no reciclabámos…Fueron latas multi-usos.
Nos preparamos para la exploración y topografía de la Sima de la Mujer. Unos años antes ya había estado en ella el GEMA, pero nosotros no sabíamos su profundidad exacta y, desde luego, la topografía no estaba hecha. Bajamos Juan Luis Bellido, mi hermano Manolo y yo, e hicimos el trabajo sin ningún problema. Quiero recordar que la profundidad total es de unos 83 metros y la bajamos y subimos con la escala, que era el método utilizado.
La siguiente sima a la que nos dirigimos fue a la cercana Sima Azul. Y aquí fue donde empezaron a suceder las cosas. Resulta que en esta salida venía por primera vez un muchacho llamado Cornax (no recuerdo su nombre). El equipo lo formábamos Juan Luis Bellido, Rafael Ternero y yo. Cornax se ofreció a quedarse en la boca de la sima para enlace con el campamento y hacer la seguridad. Y así lo hicimos: bajamos los tres, realizamos un croquis de la sima y regresamos al pie del pozo de entrada. Serían las nueve de la noche. A las voces nuestras llamando a Cornax, éste nos contestó incoherencias. Nos decía que había cambiado el anclaje de la escala y que no sabía si estaba bien. Al menos eso fue lo que le entendimos.
Para abreviar: como no estábamos seguros de la instalación, no quisimos subir. Así que le gritamos que fuera en busca de Federico Ramirez. ¡Enseguida vuelvo! Eso dijo, pero fué la antesala de toda una noche esperando allá abajo, al pié del pozo, tiritando de frío con nuestros monos de tela y quemando los papeles de los croquis para calentarnos. Claro, no lo conseguimos… Cornax mientras tanto deambulaba entre la niebla, completamente extraviado, sin conseguir encontrar el Parador.
El resto de nuestros compañeros se encontraba a resguardo del mal tiempo dentro del vacío Parador (nos habían dado permiso para utilizarlo). Cenaron y se pusieron finos con las botellas dejadas en el bar. Claro, de nosotros, ni se acordaron.
Al día siguiente, extrañados por nuestra tardanza, corrieron a la boca de la sima y pudieron contactar con nosotros.Casi nos habíamos convertidos en carámbanos. No fue hasta un rato después de haber salido cuando apareció Cornax totalmente exahusto de tantas vueltas como había dado.
Así que si en ese año hubiéramos dado la moñigota de oro, Cornax la hubiera ganado con creces. Durante tiempo después, nombrar a Cornax era tocar un poco madera. Era un chaval muy majo, pero solía sucederle cosas así. Pasó fugazmente por el grupo, y no he sabido nunca más de él.
Fotos: Archivos personal de Manolo Wallace y Loreto Wallace
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6 comentarios:
Eso fue en aquella época, hoy ya con la experiencia sería otra cosa ...¿o no?
Pues sí, Pili. Lo que te puedo decir es que la semana pasada estuve de nuevo en Sima Azul y volví a pasar un frío tremendo. Aunque claro, esta vez no tuvimos que pasar la noche a pié de pozo.
Comparto contigo estos dos premios, que puedes pasar a recogerlos en :
http://uxa-y-belitseri.blogspot.com/
buenas tardes, pertenezco al club de montaña sierrasur de morón de la frontera, concretamente a la sección de espeleología, mañana vamos al torcal de antequera para realizar la sima azul, pero tengo problemas con la localización y ponerse a buscar alli a lo loco es como buscar una aguja en un pajar. me preguntaba si podriais ayudarme y darme algunas indicaciones o las coordenadas de localizacion.
gracis de ante mano
un saludo
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