Para estar en forma y practicar técnicas, acudíamos a las cercanas paredes del Cerro Coronado ó del Monte San Antón. Pero nuestras miradas se dirigían hacia las verticales paredes del Chorro, allí donde el río Guadalhorce se encajona y se abre paso a través del increíble Desfiladero de los Gaitanes. Este cañón tiene unos tres kilómetros de longitud, sus paredes más altas alcanzan los 300 metros, y hay zonas en que la distancia entre ambas paredes apenas supera los tres metros.
Antes de construirse el embalse, en épocas de grandes lluvias, las aguas del río salían en forma de fuertísimo “chorro” por su zona más estrecha. Debido a su construcción, ya no es posible ver ese chorro que dio lugar a su nombre.
La Presa del Conde de Guadalhorce, nombre de dicho embalse, fué inaugurada en 1.921 por el rey Alfonso XIII. Para ello se construyó un camino colgado que bordea todo el cañón, y que por ello lleva el nombre de "Caminito del Rey".
Así que un día de los primeros meses de 1.972, nos dirigimos hacia allí Juan Luis Bellido Martin, Antonio Morales Lopez y yo, Loreto Wallace, con la idea de empezar a abrir la primera vía de escalada en El Chorro. Para ello tomamos un tren que hacía el recorrido Malaga-Madrid, y tenía su parada en esa estación. Desde allí estaban cercanas las vertiginosas paredes del Chorro. Llevábamos unas pocas cuerdas y clavijas para la empresa. De esta salida no hice relato alguno, asi que es más de memoria lo que escribo. Pasamos la noche en un bosquecillo de eucaliptus cercano, y a la mañana siguiente nos enfrentamos con nuestra primera escalada “en serio”. Para esta primera vez elegimos una vía fácil –al menos así nos lo pareció a primera vista-. La denominamos “Via de las Cabras”, siendo sus tramos más difíciles de grado IV+. Esta vía está en las denominadas ahora “Placas Frontales”. El destrepe lo efectuamos mediante rápeles por la vertiente contraria. Así salimos frente a las llamadas “Placas de Atrás”.
Se nos había hecho algo tarde, y volvíamos a Málaga subiéndonos al tren que paraba sobre las diecinueve horas. Recuerdo que tuvimos que volver corriendo con los macutos en la espalda, porque lo perdíamos.
Se nos había hecho algo tarde, y volvíamos a Málaga subiéndonos al tren que paraba sobre las diecinueve horas. Recuerdo que tuvimos que volver corriendo con los macutos en la espalda, porque lo perdíamos.
Unos meses después, el 18 de julio de 1.972, volvimos de nuevo al Chorro, con la intención de abrir una nueva vía. Esta vez iba acompañada de J.A. Berrocal, Antonio Morales y mi hermano Manolo que desde el suelo, iba a intentar fotografiar parte de la escalada. Elegimos una zona de ascenso , a la derecha de la Vía de las Cabras. El ascenso comenzó de forma fácil, pero con la dificultad de una caliza muy descompuesta. Subimos unos 150 metros hasta llegar a una zona extraplomada que obligaba al cruce de un techo de bastante longitud. Se intentó una salida hacia la izquierda para conectar con la Vía de las Cabras, pero ello requería un gran péndulo, pero la verdad, en ese tiempo no teníamos material ni técnica para afrontarlo. Así que tuvimos que realizar un descenso muy delicado a base de rapels, en zonas muy extraplomadas.
El rápel se efectuaba con la técnica Dülfer, o sea, cuerda frenada por el cuerpo. Las reuniones fueron en zonas pequeñísimas, siendo la última una “reunión de estribos”: la cuerda se acababa en un sitio en que sólo estaba la pared lisa y vertical.
Al final, después de casi nueve horas de lucha con la pared, logramos llegar al suelo. A esta vía le llamamos “del Abandono”. No hay que explicar el por qué.
Al año siguiente, volví al Chorro junto con Francisco Gutierrez, Antonio Morales,y su hermano Manuel Morales. Aquí abrimos la “Vía del Chivito”, escalada fácil y propia para empezar a escalar en El Chorro. El encuentro con un pequeño chivito, en mitad de la misma, fue a lo que debe su nombre.
En septiembre de 1.975 , junto con Jose A Berrocal , Juan Antonio G. Mayorga, y Eugenio del GAMP, hicimos la Vía del Extraplomo, que presenta una placa lisa muy aérea. Y nunca más volví a estas maravillosas paredes.
Hoy día es un centro conocido internacionalmente como punto de encuentro de escaladores. Numerosas vías de mayor o menor dificultad, han sido abiertas allí. Pero no hay que olvidar, que la primera vez que se subieron sus lisas paredes, fue en aquel lejano año de 1.972, en que tres espeleólogos del G.E.S. de Málaga abrimos la Vía de las Cabras.
En noviembre de 1.985, (trece años más tarde), se celebró allí el 1º Encuentro de Escaladores del Sur de España.
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2 comentarios:
Me gusta mucho leer estas "experiencias", que llevan un acento intenso de recuerdos y muchas añoranzas de la escritora.
Pues sí que me acuerdo de cuando fuímos allí el 18 de Julio de 1972; yo llevaba una máquina de fotos muy antigua y pude hacer algunas fotos (por cierto Loreto, no me has pedido una muy buena que tengo y que tú has visto). Bien, ahí acabó mi misión. El resto del día lo dediqué a bañarme en los albercones que existían junto a la vía, con otra gente montañera que me encontré allí. Vosotros pasando calor y yo fresquito. Manolo
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